La universidad está siendo secuestrada por una violencia positivista que se traduce en megaproducción, megacapacidad, megatrabajo y todo, al final, en busca de un resultado de calidad y perfección. No hay tiempo para la equivocación. Este exceso de positividad viene traduciéndose en trastornos psíquicos. La educación, así, deja de ser un proceso y sus fundamentos teleológicos ceden frente al produccionismo, frente a la lógica resultadista.

El exceso de positividad en la educación superior se ha traducido en una presión constante para ser siempre el mejor, para no cometer errores y para alcanzar la perfección. Esto ha llevado a un aumento en los trastornos psíquicos entre los estudiantes. La educación deja de ser un proceso y se convierte en una lucha constante por alcanzar un resultado.

Este enfoque productivista, bajo una lógica resultadista, ha llevado a una pérdida de los fundamentos teleológicos de la educación. La educación debe ser vista como un proceso de aprendizaje y crecimiento personal, no como una carrera para alcanzar un resultado. Es importante recordar que la educación no es solo sobre el logro académico, sino también sobre el desarrollo personal y la formación integral del ser humano.

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